martes, 19 de marzo de 2013



                                                VALORAR   LO    QUE    TENEMOS



   Es verdad, muchas veces no valoramos lo que tenemos. ¿ Porqué digo esto? muy sencillo. Estoy en casa; mi casa está en un alto desde donde diviso toda la Ria de Vigo, preciosa y majestuosa. Hace pocos minutos vi como uno de los muchos trasatlánticos que llegan aquí iniciaba su marcha. Es impresionante ver como semejante mole se mueve sobre las aguas como si fuera algo sin peso: cogí los prismáticos y seguí sus maniobras; fue suavemente encaminándose hacia la salida de la  ria surcando con elegancia hacia las Islas Cíes y la Península del Morrazo; pero lo más llamativo es ver una pequeña lancha parando a su lado y recoger al practico que ha guiado al barco y volver de nuevo a puerto. Según lo vi desaparecer entre las islas y la península del Morrazo no he podido por menos que pensar. Cuantas maravillas tenemos a nuestro alcance diariamente y no valoramos por verlas todos los días. Según la salida que cogió me ha dicho que es rumbo a las Islas Británicas, que de ser por la otra parte sería hacia el Mediterráneo.Sea como sea es una maravilla ver como se aleja y como las personas que parecen puntitos se van hacia otros países; unos por placer otros por negocios y otros a saber porqué. Ya ha desaparecido de mi vista y ahora solo puedo contemplar un mar tranquilo con un montón de casitas y edificios al otro lado de la ría y en medio de ese mar  un montón de pequeñas manchas en linea que parecen barquitas pero no son barquitas, son bateas, y eso me trae a la memoria la primera vez hace muchos años que estuve en una de ellas. Fue con mi amiga Conchita que vivía en un pueblecito llamado El Chazo.Su primo nos llevó en su barco y allí subí por vez primera a la batea.la verdad me dio un poco de miedo  (aunque no lo dije) ver a través de sus palos el mar con aquellas cuerdas colgando hacia abajo entrando en el agua y donde los mejillones se iban criando. Solo de pensar en resbalar me daba pánico, pero admiré al primo de mi amiga que con tanta soltura caminaba por ellos.
   En verdad el mar nos da muchas cosas a todos los niveles, pero tenemos que saber cuidarlo y mimarlo porque  cuando se enfurece,  por mucha sabiduría y tecnología que tenga el hombre  no puede dominarlo. Solo Dios lo puede hacer parar como hizo en tantas ocasiones. El mar nos recuerda de vez en cuando que no somos nada si solo confiamos en nosotros y nos olvidamos del que lo creó.

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